El
oído afinado dirige el velar de los sentidos,
la
mirada dilatada se despuebla
y
un coro enmudecido de pájaros nocturnos
atraviesa
el silencio.
Yo
soy tan pobre como la naturaleza
y
tan simple como el firmamento,
y
mi libertad es tan quimérica
como
el canto de los pájaros nocturnos.
Yo
veo al mundo inanimado
y
al cielo más muerto que un lienzo;
y
acepto del vacío
¡su
mundo enfermo y extraño!
-Osip
Mandelstam 1910
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