“Jorge
Fernández Díaz (en la imagen), el hombre que nunca estuvo allí, que no “tocó” a los jueces,
que no creó la policía patriótica, que no utilizó para fines particulares a las
fuerzas del orden, que no conocía a Villarejo, que no salvó el culo a Rajoy. El
hombre que no, que no, que no, pues tampoco nos vamos a creer a estas alturas
que tuviera un ángel de la guarda, de nombre Marcelo, que le ayudaba a
encontrar aparcamiento. Estamos a la espera de la publicación de sus memorias
negativas en las que quizá descubramos que ni siquiera formó parte del
Gobierno.
En el momento en el que le sacaron la foto estaba
diciendo que no a todo. Hombre de palabra como era, aguantó la tortura
parlamentaria jurando y perjurando que no sabía nada de las cloacas del Estado.
Lo cierto es que había colaborado a construirlas desde el mismo lugar desde el
que estaba obligado a acabar con ellas. Nada mejor que dirigir la institución
responsable del mantenimiento del orden para entregarse con cobertura al
desenfreno. Jorge Fernández Díaz, el hombre que nunca estuvo allí, pudo cavar
debajo de la mesa de su propio despacho un túnel de carácter moral por el que
accedía con coartada a los albañales de la seguridad, por cuyos resbaladizos
suelos chapoteaba en la materia fecal con el contento de un niño en la orilla
de la playa. Luego, por ese mismo túnel, regresaba al ministerio, se aseaba un
poco y convocaba a la prensa para hacer declaraciones de carácter religioso,
más que político, pues vivía la fe con la pasión de los conversos. Ahora no
sabe, no recuerda, y descarga piadosamente las culpas en sus subordinados”.
-J.J. Millás en EPS
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