lunes, 16 de abril de 2018

ME GUSTA LO QUE DICE





   "Las metáforas reveladoras son universales. El agua que fluye es uno de los símbolos centrales del taoísmo: el impulso que encuentra su camino, no en virtud de un rígido esfuerzo consciente, sino de una naturalidad variada y flexible que se adapta a cualquier incidencia, que aprovecha los regalos azarosos de lo que ya existe. El discurrir del agua equivale a la fluidez de los gestos corporales en los ejercicios de taichí, y al movimiento de la mano y del brazo del artista japonés que traza con la brocha empapada en tinta un garabato en apariencia casual que puede ser al mismo tiempo el contorno de una montaña o un verso de un poema. El fluir guía la mano y al mismo tiempo se deja gobernar parcialmente por ella.

La cultura occidental está hecha de estrictas divisiones binarias: lo espiritual y lo físico, lo premeditado y lo espontáneo, el trabajo y el juego. Pero el yoga, la meditación, el taichí, el tiro con arco (kyudo) son a la vez ejercicio físico y proceso espiritual, alerta y reposo, libertad máxima y disciplina impecable".


-Antonio Muñoz Molina en Babelia







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