Los problemas de la humanidad no son metafísicos.
Son personales.
La condenación está en ti. También lo está la
salvación. Tú eres el príncipe de las tinieblas. También eres el príncipe de la
luz. Ninguno de los dos puede ser expulsado de ti mismo. El arreglárselas
valientemente con esa dicotomía es lo intenso de esta existencia.
La inercia está a favor de la oscuridad. El movimiento está a favor de la luz. Si no haces nada, te deslizas hacia la oscuridad. Si
haces el más mínimo esfuerzo hacia la luz, serás ayudado. La clave de todo esto es tu cordura. Tienes que
luchar por mantenerla. Ella media entre la luz y la oscuridad.
Pero si quieres terminar con la dualidad, debes disolver
tu cordura en el todo universal. No lo hagas hasta que estés listo, porque no
hay vuelta atrás. Hay una tremenda diferencia entre la disipación de no hacer
ningún esfuerzo, y la disolución que uno puede lograr como coronación de un
acto espiritual.
-Meditaciones taoístas
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