El mundo sería un lugar peor si no lo hubieran
pisado personas como Nicholas Winton, conocido como el Schindler británico, que
falleció mientras dormía el pasado 1 de julio a los 106 años de edad en Slough,
al sur de Inglaterra. Winton salvó de los nazis a 669 niños, la mayoría judíos,
en los meses previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Puso en marcha
una compleja operación para sacarlos en trenes de la Checoslovaquia ocupada por
los nazis y enviarlos a Inglaterra, donde recaudó dinero y encontró hogares
para los jóvenes refugiados.
Su modestia impidió que contara su historia
siquiera a su propia familia. Asombrosamente, hubieron de pasar 50 años para
que su heroica gesta fuera conocida por el gran público. Fue en 1988, gracias a
un programa de la BBC, que proporcionó uno de los minutos más conmovedores de
la historia de la televisión. Grete, la esposa de Winton, halló en el ático de
su casa una maleta con cartas y un viejo cuaderno en el que su marido había
anotado los nombres y fechas de nacimiento de algunos de aquellos jóvenes. La
mujer acudió a los periodistas de la cadena pública en busca de ayuda para
localizar a algunos de los niños a quienes su marido salvó.
La BBC le dedicó un programa, al que asistió el
propio Winton, sentado en primera fila del auditorio. En un momento dado la
presentadora pregunta: “¿Hay alguien entre el público esta noche que deba su
vida a Nicholas Winton? Si es así, ¿podrían levantarse?”. Aún hoy (prueben a
verlo en Youtube) resulta difícil contener la lágrimas cuando todo el público
se poner en pie mientras un Winton abrumado, ya octogenario, se seca las suyas
con los dedos índices detrás de sus gruesas gafas.
-Pablo Guimón en EL PAÍS (Noticia completa aquí)
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