Tenía sobre todo un derrame muy abundante de ese
bálsamo tan dulce y embriagador que se escapa de lo más profundo de la
hendidura femenina en el momento del éxtasis. Al principio creí que ese rasgo
era común a todas las mujeres, pero es en realidad un don de los más raros. En
París uno de mis adoradores más fervorosos perdió el conocimiento al sentir
como le inundaba mi fuente por primera vez.
-“Memorias de una cantante alemana”
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