lunes, 30 de abril de 2007

UNA INTERPRETACIÓN


Para que reinen el orden y la armonía en el Taiji se necesita un centro (Dan tien), un vértice sobre el cual todo pueda girar. Este será el punto que concentrará todas las fuerzas que desarrollamos en la práctica regular y que se expresan en forma de gestos y miradas.
Cada gesto es una fuerza que se mueve en los distintos mundos y alcanza a las personas que están a nuestro alrededor. Cuando se han dominado, estos gestos nos abren algunas puertas de la naturaleza y nos vinculan con potenciales positivos.
El entrenamiento nos enseña a educar dicha gestualidad y debemos aprender que cada dedo capta y transmite corrientes de energía, ondas de distinta índole. Son sutilísimas antenas. Los maestros de Taiji saben trabajar con sus dedos y captar las corrientes que circulan en el espacio y que permiten curar, purificar y prepararse para el trabajo.
La mirada es muy importante en el Taiji. En la práctica está viva y se mueve hacia la lejanía o hacia la acción que se realiza… La mirada es la proyección de una energía, es un resumen de nuestra personalidad. Para cambiar la mirada sería necesario cambiar toda nuestra forma de ser.
La mirada debe reflejar tranquilidad durante la práctica añadiendo precisión y armonía a la interpretación del Taiji, es posible entonces desencadenar una energía sutil que active los conmutadores de la naturaleza sin que se sepa de antemano lo que va a suceder.

Los movimientos del Taiji quan constituyen un lenguaje elocuente y poderoso para aquel que los conoce. Son una carta que nosotros los practicantes estamos siempre escribiendo a mundos visibles e invisibles.


- De “El ABC del Taiji quan” de Louis Van der Heyoten.
(En la foto Lui Guo Jing)




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