miércoles, 14 de febrero de 2007

WANG YANG: LA TORMENTA DE PÉTALOS

El sol entra en diagonal por las altas cristaleras del polideportivo municipal de Estepona. Hay gente diseminada por la pista cubierta que espera el comienzo del curso. Algunos, en grupos pequeños, comentan entre sí pero la mayoría mira en derredor con cierto nerviosismo desde sus soledades. En un banco de madera bajo y alargado al fondo del pabellón, están el viejo maestro y su hija Wang Yang formando un pequeño núcleo, una isla bifronte aislada por un mar de respeto a una leyenda viva. En Wang Bo la forma de lucha llamada Tai chi chuan se convierte en sereno arte y fuente de armonía. Delgadísimo él - esencia casi - viste su holgado y cómodo atuendo tradicional chino con naturalidad. Sus ojos parecen cansados de ver y andar pero la marea retornante de la sonrisa los inunda con frecuencia tornándolos entrañables. Vivir le encanta y no lo disimula. Su hija Wang Yang es seria, altiva, sencilla e indómita como una gata montés; su nombre suena a monólogo de látigo o al silabeo disuasorio de una espada cimitarra. Junto a su padre conserva el rol de niña favorita, como lo manifiestan las posturas infantiles que adopta mientras charlan constantemente entre ellos creando un universo verbal y dual. Esto contrasta fuertemente con las raras ocasiones en que se la ve sola, sólida y mujer. Es evidente de todas formas la veneración por su padre.
Antes de conocerla yo estaba predispuesto a ver una maestra autentica y con "pedigrí". Aún así, la escruté con el ánimo más desmitificador que pude: Su pelo negro y algo rizado caía a borbotones sobre los hombros, aparentemente frágiles, en dos coletas a los lados que arracimaban haces negros de manera irregular dándole un aire infantil y rebelde. Piernas largas, pequeños pies, tobillos blanquísimos (es lo único que el traje holgado de entrenamiento dejaba a la vista) y manos muy delicadas en constante rotación o estiramiento. Los labios carnosos y los dientes bonitos y uniformes daban marfil y sensualidad a su sonrisa, un punto escasa y un punto desconfiada. Los pómulos altos, los ojos grandes, vivarachos, en los que un alma curiosa e inquieta flamea, están guardados bajo unas cejas anchas e intactas. Esas mujeres que aceptan sus canas o que no retocan las dichosas cejas me hablan de la propia aceptación, sin concesiones a esa estética femenina que altera lo propio a base de maquillajes, tintes y potingues en busca de lo utópico, dejando siempre a la portadora, creo yo, una cierta conciencia incómoda de ser un fraude en sí misma, una falsificación. Hay ocasiones en que ni la dueña sabe al cabo del tiempo, cual es su verdadero color de pelo. En el caso del varón bien sabemos que la barba, más o menos larga, es el estado natural del rostro y el afeitado no deja de ser una coquetería, otra falsificación. En cuanto a la lucha sórdida y denodada contra el peso, no por motivos de salud sino de moda, da unas delgadeces fofas, en nada parecidas a las del desgaste físico por el ejercicio. Nuestra protagonista devoraba todos los platos que traían durante el almuerzo de despedida, sin embargo su báscula haría palidecer de envidia a esas aspirantes a modelos-percha. De acuerdo en que ella vive de su esfuerzo y su elasticidad en ese mini circo marcial de máxima calidad, pero no necesita maquillaje para su color de cara y su piel tersa, le basta con el ejercicio, la buena comida y claro... ni oler el veneno cancerígeno del tabaco, ese trágico hábito del ignorante que está esquilmando a la humanidad.

La fama precede a nuestros protagonistas pero ¿será verdad lo que se cuenta de ellos?... Por fin el Sifu Pedro Estévez coordinador y director del curso, reúne a los participantes y nos dirige unas palabras de bienvenida. Hace la presentación oficial del Maestro y su hija y comenzamos.
Durante tres cuartos de hora la espigada Wang Yang desarrolla una tremenda sesión de calentamiento donde deja bien claro quien manda allí. Sus contorsiones y su impresionante flexibilidad dejan atrás a luchadores curtidos de Wu shu que están entre los asistentes y que resoplan y sudan siguiéndola de lejos. Quedan por tanto los puntos sobre las íes. Ella está físicamente por encima de nosotros.
A continuación un pequeño descanso tras el que nos dividimos en dos grupos según el estilo que se practique, Chen con ella y Yang con el Maestro.
Estoy con el grupo de Wang Bo y por encima de la voz del provecto Guía se oyen en el pabellón las indicaciones dadas en voz alta de la joven asiática en su popurrí de chino y francés. La miro subrepticiamente, derecha y compacta como una varilla de acero, corregir a unos y otros, repetir los movimientos, mostrar la aplicación. No me ha defraudado; no se parece en nada a aquella señora china de la que aprendí algo en el Polideportivo de Carranque de Málaga, hace ya muchos años, y otras que están llegando, que tienen su obsesión no en el crecimiento de sus alumnos sino en el de su cuenta corriente.

En otros cursos hemos recibido una instrucción teórica para tener en cuenta. Ahora se trata de acción. La forma de Yang que nos enseña el Maestro es muy sencilla, grata de interpretar y sin desafíos físicos desmedidos. Una gozada iniciática. Aparte de verlo a él, con su voz sin aristas, oyendo en el idioma original los nombres de las posiciones que interpreta con naturalidad y fluidez. Y, constantemente, su sonrisa benévola y cálida.
A veces pasa cerca y me corrige la mano con suavidad, tomándola y moviéndola con la suya, a la que quiero imaginar cargada de la mítica energía interna. Me alegran sus correcciones, su contacto.

El tramo final correspondía a tui shou o sea esa forma característica de enfrentamiento a pecho descubierto y con contacto permanente del Tai chi chuan. Sorprendentemente siempre observo lo mismo: la gente se ríe y lo toma a broma y diversión. No digo que espantemos el optimismo de nuestra práctica pero el tui shou es una forma de trabajo complicada, muy rica en matices, enseña como es el adversario y como soy yo con respecto a él. Hay que intentar superar estas formas grotescas de inmadurez para buscar la esencia al trabajar la mente y la intuición a través del cuerpo, ya que se supone que sabemos lo que hacemos cuando lo hemos elegido.

Llega el fin del cursillo y con ella las fotos de grupo, las despedidas con intercambio de direcciones de correo electrónico, números de teléfono, etc.
El Sifu Pedro Estévez tiene la cortesía de invitar a quien lo desee a compartir el almuerzo con los Maestros (ella y él) que pronto volverán a sus lugares de origen, Wang Bo a China y Wang Yang a París, donde dirige la escuela Siming Internacional.
Durante la comida pongo en marcha la grabadora, con el permiso correspondiente, y voy a entresacar algunas preguntas, de todas las que formulé y que venían dadas tras la traducción del español al francés de Pedro para Wang Yang y de esta al chino para su padre, siguiendo luego la ruta inversa la respuesta.

- ¿Hay estilos más indicados para mujeres que para hombres?
Digamos que es una cuestión de adaptabilidad. El hombre tiene más masa muscular (por lo general) y puede extraer más rendimiento de su fa gin (proyección de energía) por lo tanto el estilo Chen parece más indicado para él.

- ¿Cuál es su opinión sobre la falta de armonía, la violencia, etc. que parece predominar en el mundo de hoy?
Realmente violencia ha habido siempre. La que hay hoy es diferente en cuanto a intensidad y estructura. Antiguamente a través de las artes marciales podía canalizarse esa violencia y dotarla de ciertas reglas. Ahora ha cambiado en el sentido de que antes quizá era notoria la diferencia entre bueno y malo y hoy parecen igualarse. También hoy día los poderosos medios de comunicación parecen inducir a ella en lugar de enseñar a controlarla.

- ¿Es importante un buen calentamiento? Hay quien dice que la forma misma ya es el calentamiento.
(Pedro Estévez dice) El calentamiento es parte fundamental. El Maestro calienta casi más que practica las formas, de esa manera sus beneficios son mayores. Es lo que ocurre con el suave Tai chi de parque, que no mejora espectacularmente porque no hace un trabajo extenso y profundo de calentamiento y estiramiento. Como hemos visto durante el curso ellos emplean fundamentalmente una forma de calentamiento que se llama: "San chi chin" o en español: Desenrollar el capullo de seda.

- ¿Qué papel desempeñan las armas en la práctica del Tai chi chuan?
Antiguamente se practicaba para dominar el instrumento y con ello defender la vida con mayor eficacia. Hoy día es un ejercicio aeróbico más, un recurso estético y/o una herramienta para perfeccionar los movimientos.

- ¿El Tai chi es violencia?
Su origen es filosófico y su uso es más bien para contrarrestar la violencia. Esto no implica que no sudemos durante los ejercicios. La transpiración permite al organismo cambiar, si no todo el Qi estancado permanecería dentro.

- ¿El hecho de practicar flexibilidad puede influir en una forma menos rígida de entender la vida?
Si no haces elasticidad cierras el cuerpo, acortas los meridianos y esto repercute en la manera en que tus órganos interpretan la vida.

- Hay una consideración muy especial hacia los riñones en la medicina oriental...
Son la base de la vida. Ellos nutren el dan tien de una energía que luego se expande por el cuerpo. Suele decirse que si los riñones están bien el cuerpo está bien.

- ¿Cuál es la importancia de la alimentación?
Lo más importante es comer, lo segundo no comer demasiado y luego qué comes. Siempre es mejor para el cuerpo lo que menos patas tenga. Es decir siempre será más sano el champiñón que la vaca o el cerdo.

- ¿La meditación sentada es recomendable?
Sí, pero hay que hacer ejercicio también.

- ¿El Tai chi es meditación?
El Tai chi puede ser una forma de meditación pero que contiene la dosis de ejercicio que lo convierte en algo más completo.

- ¿Cuál es la función de los puntos Lao kun y Yon quan (grosso modo: palma de la mano y planta del pie)?
El punto Yon quan tiene que ver con la salud de todo el cuerpo y nutre específicamente la salud de los riñones y el punto Lao kun tiene que ver con el corazón.

Aquí interviene Pedro Estévez.- "...por esto, dando la mano a alguien nos parece saber más de él, lo cual puede ser cierto. De la misma manera la importancia de Yon quan en la planta de los pies la pone de manifiesto el hecho de que cuando estas muy cansado físicamente, andar descalzo sobre césped mojado reactiva y hace desaparecer la sensación de cansancio".

- ¿Se pueden curar algunas dolencias con la energía de las palmas de las manos?
Si, pero el trabajo previo es muy arduo, tanto sobre la circulación energética y su control en el propio cuerpo, así como la capacidad de puentear con éste correctamente entre los distintos elementos y un profundo conocimiento de la medicina tradicional. No siempre donde se manifiesta el mal o el dolor está la causa.

Acaba el almuerzo. Wang Bo comió poquísimo pero se le veía satisfecho y desinhibido. En ninguna época del año toma nada frío y su alimentación es siempre frugal. Wang Yang, como dije antes, disfrutó comiendo en la medida en que mis preguntas la dejaban, pero no manifestó en ningún momento ni el más mínimo gesto de desagrado. Cuando al terminar fui a separar el respaldo de su silla para ayudarla a levantarse no pude moverla. Miró con una sonrisa mi cara de sorpresa y al levantar el mantel vi que había estado todo el almuerzo sentada en la silla descalza y con las piernas cruzadas en el asiento a la manera del sastre de Yoga. El maestro pasó junto a nosotros mirando al suelo intentado disimular la risa ante mi asombro. Era un gesto lleno de frescura de una lindísima mujer que además es una artista marcial fuera de serie. Espero que no se note demasiado en ésta crónica que me enamoró completamente.


Salvador Palomo -2002 -
Foto - Pedro Estévez

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