Veo a mi perro echarse
a dormir en cuanto llegamos de la calle o del campo. Ahora, en este tiempo
intermedio de primavera verano en que la depresión castiga con furia, siento
envidia en estado puro de su facilidad para lograr desconectar el pensamiento y
entregarse al no ser, al no existir, del sueño. Cuando la depresión te tiene
bien mordidas las neuronas, despertar cada día es un terrible constatar que aun no estás sumergido en la dulcísima eternidad vacía de la muerte.
-SP
(En la foto mi Tillo)
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