“En el pop se ha dado
casos de pactos satánicos fraudulentos, en los que el demonio acaba cobrándose
el alma del infeliz pero sin concederle talento alguno a cambio. Algo así le
ocurrió a Charles Manson, fallecido hace poco menos de 2 años en prisión, y
cociéndose actualmente en las calderas de Pedro Botero. Manson era músico (o
creía serlo) y su mayor ambición en la
vida hubiera sido convertirse en uno de los Beach Boys. Llevó una maqueta con
varias canciones al estudio del hijo de
Doris Day, Terry Melcher, que a finales
de los 60 era ya un reputado productor musical californiano, pero éste declinó
firmarle un contrato y lo demás es historia. Para vengarse del hombre que le
había rechazado, Manson envió a algunos de sus sicarios a la casa de Melcher
para que lo hicieran picadillo, pero éste ya no ocupaba la vivienda, que había
alquilado a Roman Polansky y Sharon Tate. Pagaron justos por pecadores y cinco
personas (seis si contamos el feto de ocho meses y medio de Tate) fueron
salvajemente asesinadas solo porque Melcher le había dicho a Manson que no
tenía talento.
Lo más irónico de todo
es que la casa donde tuvieron lugar aquellos satánicos asesinatos estaba en
Cielo Drive, o sea, en el Paseo del Cielo. Y lo más espeluznante es que a pesar
de lo gore de aquel episodio, a mí me inspira menos miedo Charles Manson que la
voz y la mirada de (en la imagen) Rocío Monasterio (del partido fascista Vox).
-Máximo Pradera
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