“¡Abandona tus
asquerosas servidumbres conyugales! –exclamaba un rector inglés ya en el siglo
XVI, soltando espumarajos por la boca contra lo que hoy llamamos valores
familiares-. ¡Pues sólo son un marasmo de quejas, gruñidos y mordiscos bajo los
que subyace un infierno de hipocresía, envidia, maldad y espantosas sospechas!”.
-Elizabeth Gilbert / “Comprometida”
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