“Freud, que huía de la belleza femenina, desconfió
en un primer momento de la atracción que sentía hacia esa mujer excepcional. Muy
pronto, sin embargo, amó en ella la inteligencia del alma, la pasión por la
vida, el optimismo inquebrantable. Ella encarnaba todas las facetas de esa femineidad
que le era tan cercana y tan extraña a la vez. Y en efecto, Lou (en la imagen) parecía
contradecir su teoría de los tres estados de la vida femenina porque había
seguido siendo una muchacha deseable sin convertirse en madre, y una mujer madura
que, al negarse a adoptar el papel de esposa en el hogar, no renunció jamás a
la actividad sexual. En vez de considerarla un enigma, Freud le ofreció la más
alta forma de amor de que era capaz: una amistad hecha de elegancia, seducción
y cortesía, y un intercambio intelectual como nunca lo había tenido con ninguno
de sus discípulos o interlocutores”.
-E. Roudinesco, psicoanalista
--------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario