El altar es una herramienta. Si nos arrodillamos
ante él y decimos que hemos hecho mal, en realidad estamos diciéndonos eso a
nosotros mismos. Si damos gracias por nuestra buena fortuna, estamos expresando
nuestro modesto agradecimiento por la buena suerte. No hay una fuerza exterior
escuchándonos. No hay castigo divino por nuestra maldad. El altar es meramente
simbólico. Aquellos que siguen el Tao lo usan para centrarse en su propia
consciencia.
Cuando nos alejamos del altar, no deberíamos perder
esa conciencia. Se requiere madurez para captar que no hay dioses y aún así
comportarse como si los hubiese. Se requiere perspicacia para saber que debes
ser tu mismo quien te discipline. Sólo los más sabios pueden establecer sus
propias "leyes divinas" y encontrar guía como si realmente fuesen
palabras del cielo.
-Meditaciones taoístas
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