viernes, 5 de diciembre de 2014

TIRANTE EMOCIÓN


A la hora de amar, no siempre amor y deseo se unen en un mismo objeto. Las más de las veces, para cierto tipo de personas, toman caminos diversos. Sucede así que algunos hombres aman a una mujer ("la santa madre de mis hijos" pero desean a otras ("Las atorrantas" o "Las putas")
Freud desarrolló ampliamente el tema, explicando claramente por qué amor y deseo se encuentran fusionados entre sí en contados casos. Lo que afirma Freud es que el hombre se siente limitado en su quehacer sexual por el respeto a la mujer, y sólo desarrolla su potencia plena cuando está frente a un objeto sexual degradado. De ahí la necesidad de degradar a la mujer para acceder a la satisfacción con ella.
Para la mujer en cambio, dirá Freud la condición del deseo quedará ligada a lo prohibido. En cuanto un amorío se le vuelve permitido, el deseo decae. Solo la infidelidad al primer amor, permite que la mujer guarde al amante una fidelidad de segundo orden.
Lo que dice Freud, es que el marido nunca es más que un varón sustituto, no es el genuino. Es el padre, en el mejor de los casos, quien posee el título de primer amor. El marido en todo caso es el segundo. De esta manera explica Freud por qué la mujer tiende a ser más fiel que el varón.

Que lo prohibido enciende el deseo, es algo que no solo debe pensarse en relación a lo femenino sino más bien como regla general del deseo. La prohibición aviva la llama de la pasión.

Sólo se puede desear lo que no se tiene, pues lo que se posee ya no se desea. Y si el amor queda unido al deseo, sólo se ama lo que no se tiene. En la medida en que se encuentra un objeto de amor, el amor se pierde. Separarlo del deseo es una interesante forma de conservar el objeto de amor.





-Sobre un texto de Leonardo Consentino, psicólogo






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