Por cierto,
el que ha amado profunda e intensamente deja un rastro, imborrable, de amor
tras de sí. Y esa alegría por lo sentido puede con todo (incluso con la muerte,
ante la que no agacha la cabeza). Esto es lo que significa, en definitiva, que
el amor posee una inmensa capacidad de revelación: que, frente a la triste
inanidad y la perplejidad sin remedio de aquel que se consume en la infatigable
fugacidad de su presente, el amor derrama luz y verdad sobre el entero tiempo
de quien lo vive (e incluso un poco más allá).
- Manuel
Cruz, catedrático de Filosofía Contemporánea
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