jueves, 12 de junio de 2014

ENCUENTROS VERSUS MUJERES


 Los conocimientos que se buscan, suelen ser un desarrollo de la propia vida. Añaden, no restan. Aportan datos, memorias y vivencias. Acumulan.
Los conocimientos que se encuentran, por el contrario, suelen amputar una parte de ti. Por lo pronto te roban la inocencia. Tu estabas tan tranquilo feliz de tu ignorancia, cuando, zas, te atrapa una novedad, una maldita sabiduría a la que no aspirabas. Por lo general, una revelación es eso: un fogonazo de insoportable esplendor, un rayo de claridad que te cae encima. Una luz despiadada bajo la que descubres que lo que antes eran para ti paisajes no son más que decorados, y que has vivido en un teatro creyendo que era vida; de modo que has de recolocar tu pasado, rescribir de nuevo tu memoria y perdonarte a ti mismo por tanta estupidez y tan feroz ceguera.

Para bien o para mal nada sigue igual tras una revelación como es debido.



-Del libro "La hija del caníbal", de Rosa Montero





(Gracias Dora)

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