Los besos tienen su música. No como la que hace Susan, pero deben sonar, si no no valen. Ese trompeteo
brevísimo y labial corrobora la sinceridad del arrullo. No
obstante, al ver como se viste una mujer tras la gozosa batalla en campo de
plumas, uno siente también como cada prenda, por pequeña que sea, nos separa un poco más ocultando el templo carnal de su desnudez. En ese momento compensan, secretamente, los besos de sonido amortiguado sobre las
prendas intimas que van abrazando su cuerpo, entibiándose con el calor de hembra recién amada.
-S.P.
(En la foto Susan Santos)
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