sábado, 29 de marzo de 2014

BARRIENDO


Al amanecer fui a un templo magnífico. Su arquitectura era una expresión tan suprema del espíritu humano, que era un tesoro. Generaciones de fieles han dejado ofrendas en los santuarios, cientos de monjes han alcanzado la iluminación en sus tierras consagradas, y miles han sido bendecidos en la vida y en la muerte en los venerables recintos.

Sin embargo lo que más me conmovió fue observar a una vieja mujer barriendo silenciosamente los escalones. Su concentración era perfecta. Su devoción era palpable. Su minuciosidad era completa. Su desapercibido acto mostraba un verdadero espíritu de santidad.

Más tarde en el día, gente adinerada vino a adorar. Niños con juguetes de brillantes colores corrieron sobre las grises piedras. El abad caminó hacia sus ceremonias. Monjes pasaron en oración silenciosa. De todos quienes pasaron, ¿cuántos se dieron cuenta del santo servicio que hizo posible su propia devoción?

Cuando el sendero es todo lo que tenemos, aquellos que preparan el camino deberían ser honrados con sinceridad.



-Meditaciones taoístas





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2 comentarios:

Unknown dijo...

La virtud produce un bien (S.Agustín).
En su recogimiento, esta mujer expande pulcritud.
Esto no es un comentario.
Esto es un florilegio para todas estas anónimas,discretas, virtuosas mujeres.
UN ABRAZO,
S.R.

El jardinero dijo...


Tan certero e ingenioso como de costumbre.

Gracias por el comentario.



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