A veces juego con mi perro y consigo desesperarlo con la
siguiente treta a la hora de su única comida diaria: me dirijo hacia donde come
con su escudilla en la mano llena de pienso y él empieza a saltar de excitación
alrededor mío mientras yo le pregunto
-“¿Qué quieres Tillo...?
El perro se pone de pie sobre sus patas traseras y
manotea en dirección a su ración, pero yo voy tomando los objetos que encuentro
cerca, una botella de agua, el tarrillo de escanciar el detergente a la lavadora,
la caja de las pinzas de tender la ropa... en fin, todo lo que me va pareciendo
mientras le pregunto:
-“¿Esto...?, ¿Esto quieres...?, ¿No es esto...?
El pobre can jadea y salta a mi alrededor esperando que
ponga por fin ante él lo que ambos sabemos perfectamente bien que quiere.
Este numerito me recuerda con frecuencia nuestra
reciente historia económica, pues este gobierno -muchísimo más que todos los anteriores- ha traicionado por completo el espíritu
que sustenta la democracia al incumplir de pe a pa su programa electoral para
darse un anhelado atracón de poder y llevar a la práctica sus radicales teorías
económicas sin red y sin cortapisas. Véase sino como, ante los alaridos de los dioses
inmisericordes llamados “mercados”, han ido tomando derechos laborales, logros
sociales, económicos, sanitarios etc. de los ciudadanos y se los han ido
ofreciendo uno a uno en el altar del Moloch alemán diciendo:
-“¿Esto...?, ¿Es esto lo que quieres....? ¿Es esto quizás...?
Como es natural el Saturno económico planetario no ha
dejado de bramar insatisfecho hasta que no le han puesto en el ara a los sucios,
mezquinos y desalmados bancos, con sus delirios contables basados en ladrillos
podridos por la avaricia y con inmorales raíces firmemente ancladas en paraísos
fiscales.
Ahora ya sabemos el sacrificio que querían las atroces divinidades
económicas superiores y me temo que ellos –los cínicos politicastros embaucadores,
que antes adoraban a la patria y ahora se descosen el corazón mismo por dinero-
lo sabían desde el principio también.
La agonía del estado de bienestar se ve perfectamente en
las televisiones de los hogares donde millones de ciudadanos esperamos hipnotizados
por el cíclope electrónico que lleguen a terminar de expropiarnos la casa, el trabajo, el futuro y la
vida, si algo valiese esta última para ese monstruo de aliento frío que nos
gobierna llamado dinero.
-S.P.
(En la imagen el dios Moloch)
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2 comentarios:
No le llamaría tostón; era necesario el desahogo, ahora que ya no tenemos más que esperar a que vengan a recoger lo que quede de nosotros.
¡Pobre Tillo! Imagino su desespero con tanto juego. Hazle un cariñito de mi parte.
Un beso para ti.
Gracias por el comentario y el beso. Tillo tiene un par de fuertes razones para estar contento. A saber: el Barça va el primero en la Liga y María Dueñas ha publicado otra novela. Como es un cateto un poco horterilla está esperando que se la compre en formato electrónico para zambullirse en ella y atravesar a nado este quinto otoño de la Gran Crisis.
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