sábado, 18 de septiembre de 2010

FANTÁSTICO


El escritor Irwin Shaw, al final de su vida, andaba encorvado. Su sonrisa era como la de un perro viejo, cáustica y apagada. Esperaba el final, al ángel de la muerte. Si era necesario, estaba dispuesto a hacerlo él mismo, sólo que su madre, con noventa y un años, aún vivía y él no podía morir antes que ella, una mujer menuda dotada de la determinación que le había permitido mantener a la familia ella sola durante los desesperados años treinta. Ella vivía en California. Él rara vez la veía pero se sentía indisolublemente unido a ella. Su padre, dijo Irwin, había tenido suerte. Había muerto de repente, en cuestión de segundos, cuando volaba de Europa a Nueva York. El piloto sugirió hacer una escala de emergencia en Londres, pero su madre dijo que no, sigamos hasta América. Permaneció sentada abrazando a su marido durante todo el vuelo.



-James Salter / op. cit.




---------------------------

No hay comentarios: