viernes, 24 de agosto de 2007

MUJERES INFIELES


En Francia, al Sur de la línea que va de Poitou hasta el Mâconnais a través del valle del Loira, existía la costumbre de someter a la pareja infiel a un paseo infamante, atados incluso por el sexo, durante el que sufrían todo tipo de insultos, pullas y burlas. La Iglesia luchó por erradicar esta práctica y llegaron a darse casos, como en Bayona en 1394, en los que el obispo excomulgó a toda la comunidad.
Al margen de estas acciones, también existía la posibilidad de reconciliación cuando las mujeres infieles alcanzaban el perdón de sus maridos. Esta posibilidad estaba prevista en la legislación; concretamente las Partídas señalaban:

"Si después que la muger ha fecho el adulterio, la recibe el marido en su lecho a sabiendas, o la tiene en su casa como a su muger [...] entiéndase que la perdonó".

Con semejantes argumentos fue defendida la bilbaína Teresa de Urquiaga por su procurador ante la acusación de su marido por el adulterio que había cometido en 1488:

"La perdonó e dormió e comió e pasó su cópula carnal con ella e la besó diversas veses".

Para evitar dudas que en el futuro pusieran en graves aprietos a estas mujeres perdonadas, como le ocurrió a Teresa, podían exigir a sus maridos que sancionaran por escrito y ante notario su perdón. Estos documentos notariales eran designados con el nombre de «cartas de perdón de cuernos», y en ellas se consignaba la voluntad de volver a reiniciar la vida en común. La Iglesia era favorable a la concesión del perdón del marido a fin de evitar venganzas y derramamientos de sangre, y para ello se apoyaba en el ejemplo de Cristo, que perdonó a la mujer adúltera.




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2 comentarios:

Luces del Interior dijo...

Menos mal que vivimos en el Siglo XXI

El jardinero dijo...

Así es, tenemos una gran suerte. Lo que me ha motivado más a incluir éste post ha sido el castellano de esa época que se ha usado y que me gusta mucho, y por supuesto también el contraste con nuestro tiempo, como tú bien señalas.