“Transcurrió una semana antes de que volviera a verla
(…) y solo fugazmente, cuando cruzó la puerta principal enfundada en unos
pantalones blancos que resaltaban un trasero casi tan perfecto que podría ser
de un ángel. Dios, concédeme un solo deseo antes de morir, susurré; pero me
embargó la vergüenza por la concreción del deseo y lo retiré”.
-J.M. Coetzee / "Diario de un mal año"
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