“Ella también le había prestado libros y había
leído sus primeros relatos y le ayudó a pulirse al tiempo que lo animaba a
seguir adelante diciéndole que lo tenía, eso que todo el mundo quiere y la
mayoría no posee: talento. Él se percató de que en cuanto escribía, era adorado
y admirado. La literatura servía para abrir piernas. Un buen párrafo era mejor
que dos copas de vino”.
-Hanif Kureishi
-------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario