Imagina
una escultura
sobre
la que trabajas todos los días.
Si
te detienes, la belleza
la
abandonará lentamente.
¿Qué
pasaría si estuvieses trabajando en una hermosa escultura pero que tu material
revertiera o decayera si cesaras de progresar? Esa es la desafortunada
naturaleza de los esfuerzos espirituales.
No
puedes parar nunca de intentar purificarte a ti mismo, mejorarte, fortalecerte,
y cultivar lo sagrado que está en ti. Si lo haces bien un día, eso es bueno.
Pero si cesas en tus esfuerzos, te deslizarás hacia atrás. Es por eso que debes
esforzarte en cada nivel, de lo físico a lo mental a lo espiritual. Tu
vigilancia nunca debe decaer. Tu determinación nunca debe flaquear.
Paradójicamente,
no hay nada que lograr. Es sólo nuestra mente la que nos convence de que
debemos hacer algo. Ya somos puros, ya somos sagrados. Pero vivimos en un mundo
contaminado, tenemos pensamientos egóticos que constantemente nos separan del
verdadero Tao, y no podemos permanecer por siempre en un estado puro y seguir
funcionando en el mundo. Si lograras los más altos niveles del Tao, a los de
afuera le parecerías como en trance, y sería imposible interactuar con otros.
Así que si estás tratando de ser espiritual en el mundo de hoy, no debes cesar
nunca de esforzarte por mantenerte puro. Una vez que estás con el Tao, debes
luchar constantemente con la impureza del mundo.
-Meditaciones taoístas
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