Esta noche comienzan los politicastros a ensuciar paredes y muros con su cutre cartelería y sus mensajes demodé. Pero los sueldazos a buen recaudo. No perdonan, ni donan, ni un centimito de sus emolumentos y dietas. Ellos, como el Mouriño, argumentan en sus deposiciones que la culpa de sus fracasos es del mundo entero, de ellos nunca jamás.
S.P.
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