“En cuanto sienta que se aproxima mi fin, me refugiaré como una bestia en la maleza más tupida, donde nadie pueda seguirme. Ahí esperaré la sabiduría infinita con gran devoción y reverencia y volveré, en paz y con tranquilidad, a la gran unidad de la que surgí al nacer. Daré las gracias a los dioses si tienen a bien saciar con mi cadáver el hambre de zopilotes famélicos y perros abandonados para que no quede ni un huesito blanco”
-B. Traven
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1 comentario:
Este texto me recuerda al final de El perfume de Atkins: el protagonista muere devorado por la gente gracias a su creación perfumística, justo como el quería.
Besos jardinero
Esther
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