El niño en el bautizo, el novio en la boda y el
muerto en el entierro. Pocas veces le habrá calzado a alguien ese dicho que
critica el exceso de protagonismo mejor que al presidente del gobierno en el
funeral de Rita Barberá, al cual los familiares de la difunta habían pedido
expresamente que no acudiesen representantes políticos. Pero la necrofilia está
instalada en las raíces del PP hasta tal punto (tienen un par de gaviotas
carroñeras como lema, aunque no se descarta que en breve las sustituya un
buitre), que Mariano no supo resistirse y se desplazó a Valencia en persona,
con lo fácil que hubiera sido mandar una tele de plasma.
Creí que la decapitación de Pedro Sánchez en Ferraz era el espectáculo más inmundo que había visto jamás durante los muchos años que llevo de cronista político hasta que se ha montado este esperpento funerario a la española.
-David Torres en PÚBLICO
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