viernes, 9 de julio de 2010

LICENCIA



Aquiles Calderón, que era un poco loco, sentía por la Condesa esa pasión vehemente, con resabios grandes de animalidad, que experimentan los hombres fuertes, las naturalezas primitivas, cuando llevan el hierro del amor clavado en la carne... Y la pasión se juntaba en él con otro sentimiento muy sutil, la satisfacción de las naturalezas finas condenadas a vivir entre la plebe y conocer únicamente hembras masticadas y deglutidas, cuando la buena suerte les depara una dama de mente alerta y abierta.




-Sobre un texto de Valle




(Ilustración de Joan Brown)
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