TRAGEDIA EN EL MUNDIAL

Fue la misma tarde de la final de mundial de fútbol. El perro estaba inquieto y decidí darle un buen paseo. Con el coche me alejé del pueblo y luego seguimos andando hacia las cumbres de la sierra.
Cerca de unos trigales, en un silencio interrumpido por los últimos vencejos volviendo a sus nidos, encuentro una estupenda roca plana para asentar los reales. Saco mis pequeños binoculares del morral y me dispongo a disfrutar de la caída del día respirando el purísimo aire. El sol hace rato que se fugó de esta parte del hemisferio cuando de pronto una perdiz, relativamente cerca de mí, emprendió el vuelo con gran alboroto. Gracias a que até al perro no salió lanzado hacia el sitio. Enfoqué los prismáticos hacia el lugar de donde había salido el ave y pude ver un pequeño zorro al que la maniobra de distracción de la hembra no había conseguido engañar. Hociqueó el zorrillo por el lugar y tras un leve lapso de tiempo volvió a perderse por el borde del trigal hacia el oeste.
Dirigí las lentes de nuevo hacia el sitio y entreví la escabechina que había perpetrado. Las diminutas plumas de las crías se esparcían alrededor de lo que había sido por poco tiempo su hogar.
Al poco aparece la perdiz y comprueba el desastre. Busca vanamente alrededor y se echa de nuevo en el nido vacío como esperando que su milagroso calor de madre sobre las pequeñas plumitas pueda traer de nuevo a sus crías.

En ese momento un héroe moderno, el ya inmortal Iniesta, marca el gol que sumerge en el éxtasis a un país entero.

Mientras, en las montañas, la pequeña perdiz, con la mirada fija y posiblemente el corazoncillo destrozado, deja que la noche la acompañe en su anónimo y solitario dolor.



-S.P.




-----------------