lunes, 22 de febrero de 2010

MAÑANA DE CAMPO



Poco antes de estos maravillosos días de lluvia, paseando por los resecos caminos que suben hacia la sierra encuentro una vereda abandonada que acaba en unas ruinas. Sus gruesos muros exhiben chorreones cobrizos de tierra pegada al oscurecido abandono de las paredes sin techo. La maleza lo invade todo. Algunos pájaros tienen su refugio en este paraje olvidado.
Hay una zona empedrada delante hecha tan a conciencia, que las más obstinadas plantas no pueden hundir sus raíces entre las lajas de piedra hermanadas a la fuerza. Una roca hace de portal de la hacienda y allí me siento a cohabitar con el dios Sol. Mientras tanto mi perro registra el lugar bajo un piar alarmado.
Calor reconfortante; cierro los ojos y en una posición adecuada para meditar me sumerjo en el silencio interior.
En algún momento asalta mi duermevela una sensación en forma de imagen: la casa aun está habitada y se oyen voces entre el cacarear de las gallinas. Por la luz ambiente yo diría que es primavera y posiblemente Corpus, domingo de Ramos o un día de primeras comuniones. Hay alegría en el aire fresco y puro de la mañana. Un mulo enjaezado espera atado en la puerta con paciencia domada. No veo ninguna persona pero sé que están en alguna parte y que tienen la ilusión de esos días especiales impregnados de inocencia perdidos ya.
Despierto súbitamente al sentir que mi cuerpo comienza a caer hacia un lado y me rehago. Me pregunto si ha sido un sueño o si algún fantasma del lugar me ha mostrado el día más feliz de su estancia corporal en este planeta.



-S.P.




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2 comentarios:

Cathy Brown dijo...

Que hermoso escribis...te felicito!!!!!pase por aca y no quiero irme sin dejarte un saludito,que tengas muy buena semana!!!!!!

El jardinero dijo...

Pero no escribo tan bien como linda sos vos.
Un cariñoso saludo, mujer navegante del ciberespacio.