“El budismo y el taoísmo
son hermanos: ambos son contemplativos y se diferencian en que uno es gris y el
otro brillante. Uno renuncia y el otro disfruta. El tono neutro corresponde al
budismo, para el que todas las cosas son Maya –ilusión-. El brillo de perla
corresponde al taoísmo, cuyo espíritu refleja el color y el quieto esplendor de
mil sueños. Al primero le mueve la compasión, al segundo el amor a la armonía.
Siempre ha existido
entre ellos esta diferencia esencial: mientras el budista considera los
sentidos como ventanas que miran a espejismos e irrealidad, para el taoísta son
puertas por las que el espíritu liberado vuela a mezclarse con los olores y
formas del universo. Tanto Buda como Lao-tse son poetas, pero uno escucha el
ritmo de la pena infinita y el otro el ritmo del infinito gozo (…)
Así como el quietismo
de la India es ascético y desilusionado, el quietismo taoísta es hedonista y
vitalista”.
-Luis Racionero / “Textos
de estética taoísta”
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