“Sin duda está bien escribir alguna vez sobre
novelistas que escriben una novela y hablan de literatura con otros novelistas
y se emborrachan juntos en congresos literarios, después de haber hecho reír al
público con un repertorio de gracias repetido. Pero se nos olvida que la novela
puede ser mucho más; que puede arrebatarnos como una historia de aventuras y
crímenes, y explicarnos toda la riqueza y la complejidad de lo real con una
hondura a la que solo llegan las mejores crónicas; que puede ser tan realista
como un documental y al mismo tiempo tan llena de poesía como la narración de
un mito. Una novela no necesita estar llena de sermones ideológicos para dar
cuenta de las injusticias sociales. Lo que hace falta en una novela es que uno sienta
el impulso físico de ir internándose en lo desconocido, que escuche una voz
poderosa y a la vez una multitud de otras voces; que quiera llegar al final
para saberlo todo y quiera también que la novela no termine. Antes de tener uso
de razón, yo me hice adicto a las novelas porque me daban todo eso”.
-Antonio Muñoz Molina
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