“Si algo caracterizaba los sentimientos de Degas
acerca de las mujeres era la complejidad. Hondamente conmovido por la belleza
femenina, encantado y hasta seducido por las compañías femeninas inteligentes,
sentía, no obstante, una aversión decimonónica machista clásica por la “dulzura”
femenina, un temor silencioso y duradero ante la capacidad de las mujeres para
consolar, castrar y debilitar. (…)
Era por culpa de las esposas, según el personaje de
los hermanos Goncourt, Naz de Coriolis (que estaba inspirado en parte en Degas)
por lo que tantos artistas se sumían en la debilidad, en la complacencia hacia
las modas del momento, en las concesiones a la crematística y el comercio, y
acababan renegando de sus aspiraciones primigenias. Y el matrimonio, por
supuesto, terminaba desembocando en la paternidad, que alejaba todavía más a los
artistas de su autentica vocación. (…)
En lo tocante a su decisión de permanecer soltero,
Degas (en la imagen un autorretrato) explicaba: “Tenía demasiado miedo de que,
al terminar un cuadro, oyese decir a mi mujer: ‘Eso que has hecho es muy bonito’”.
-Sebastian Smee / “El arte de la rivalidad”
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