El brillo que proyecta un maestro es como la luna de medio día; un evento imposible de eclipsar. Así es como se les ve cuando caminan entre la gente. Con su presencia iluminan y alegran a cuantos se cruzan su camino.
En el pasado los maestros bajaban de las montañas para dejar que la gente los viera. Así reafirmaban la validez de la espiritualidad y andando entre las masas inspiraban a otros a emprender el camino del crecimiento personal. Al ayudar a quienes encontraban, se involucraba directamente en la vida de otras personas.
El auto cultivo y la concentración en lo divino están bien, pero hay veces en que debemos recordar a nuestro prójimo.
En el pasado los maestros bajaban de las montañas para dejar que la gente los viera. Así reafirmaban la validez de la espiritualidad y andando entre las masas inspiraban a otros a emprender el camino del crecimiento personal. Al ayudar a quienes encontraban, se involucraba directamente en la vida de otras personas.
El auto cultivo y la concentración en lo divino están bien, pero hay veces en que debemos recordar a nuestro prójimo.
-Meditaciones taoístas
(En la imagen San Juan Bosco)
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