martes, 28 de abril de 2015

BUSCANDO LUZ


Se acercó un seguidor de Krishnamurti a hacerle reverencias y postraciones y el gran maestro se sublevó aseverando que él era un igual y no había por qué mostrarle estas pleitesías. El buen Krishnamurti ya estaba empachado y escarmentado de las celadas de tales tratamientos. Luego llegó un seguidor de la santa Anandamayee Ma (en la foto) a mostrarle su devoción y le dejó hacer. El discípulo, después de manifestar todas sus deferencias, se fue. Como Krishnamurti se había quedado escamado, Anandamayee Ma aclaró: “He querido respetar los sentimientos de esa persona”.



-Joaquin G. Weil





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