Si en aquella distopía imaginada por Ray Bradbury,
los libros estaban perseguidos por las fuerzas del orden y solo sobrevivían en
la memoria obstinada, hoy planea el miedo de que nosotros seamos capaces de
autodestruirnos con mucha más naturalidad de la que imaginaban nuestros
profetas. Por algo hemos logrado levantar la controladora mirada de un Gran
Hermano desde nuestra propia intimidad, convirtiéndonos en paparazzi de
nosotros mismos, vigilantes de nosotros mismos, regalando nuestras coordenadas
hasta de pensamiento para que hagan con ellas nuestro retrato robot y
consintamos en convertirnos en previsibles y sumisos al moldeado ajeno.
-David Trueba
------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario