La mayoría de los profesores de artes internas, especialmente de Taiji, si son capaces de escuchar, pueden dar una respuesta más o menos adecuada a las poblaciones "nómadas y suaves", como las gentes de la New Age que buscan "verdes praderas" en las que reposar el espíritu.
Pero estos profesores están en franca desventaja ante los pueblos guerreros procedentes de las salvajes estepas de las artes marciales externas.
No se puede pedir a un manso pastor que forje acero, ni a un sencillo hortelano que nos muestre el Camino de la Espada. Del mismo modo, no se puede esperar que alguien que procede del mundo de la New Age enseñe el noble Arte del Guerrero.
Es cierto que a algunos pueden complacerles para aliviar miembros cansados o apaciguar al espíritu hambriento de paz y tranquilidad. Pero ninguno de ellos podrá enseñarnos el arte, celosamente guardado por muchas generaciones de maestros y discípulos, de transformar el cuerpo (y la mente).
Pero estos profesores están en franca desventaja ante los pueblos guerreros procedentes de las salvajes estepas de las artes marciales externas.
No se puede pedir a un manso pastor que forje acero, ni a un sencillo hortelano que nos muestre el Camino de la Espada. Del mismo modo, no se puede esperar que alguien que procede del mundo de la New Age enseñe el noble Arte del Guerrero.
Es cierto que a algunos pueden complacerles para aliviar miembros cansados o apaciguar al espíritu hambriento de paz y tranquilidad. Pero ninguno de ellos podrá enseñarnos el arte, celosamente guardado por muchas generaciones de maestros y discípulos, de transformar el cuerpo (y la mente).
"Uno puede enseñar lo que es, y sólo puede dar lo que tiene".
-Flavio Daniele y Tiziano Grandi
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