martes, 14 de febrero de 2012

PARA TERESA




Dos columnas pulidas, dos eternas
columnas que relucen de blancura,
forja la línea, irreprochable y pura,
como trazada en mármol, de tus piernas.

Con qué noble prestigio las gobiernas,
cuando al marchar solemne de hermosura,
imprimes a tu cuerpo la segura
majestad de las Venus sempiternas.

Y cuando inmóvil, luminosa y alta,
en desnudez olímpica te ofreces,
entre tus muslos de marfil resalta.
como una sombra el bosquecillo terso
de ébano y seda, bajo el cual guareces
el tesoro mejor del universo.



-M. Rasch



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