miércoles, 7 de octubre de 2009

DE ALIMAÑAS


Una mosca mira desde el lado derecho del acelerador la sucia alpargata del conductor de la ruidosa camioneta que lleva en la caja trasera impregnada de todo tipo de fluidos pestilentes y a cielo descubierto, las veintisiete personas de la segunda saca de la madrugada, de un total de cinco, que habrán de ser fusilados hoy.
Estos permanecen callados. En el primer viaje venían dos aullando como lobos del llanto tan profundo que les producía saber que iban a morir esa mañana. Uno de ellos había visto a su madre subir hacia la corraleta donde a modo de cárcel los habían recluido, con un pucherillo pequeño de café con leche y, envuelto en una servilleta de paño, un trozo de pan para tratar de dárselo a través de la alambrada. Ella no había visto el vehículo que lo llevaba a la muerte y allá iba, envuelta en su vieja toquilla, con la esperanza de verlo aunque fuera de lejos.

El general Queipo de Llano había dicho bien claro en la radio que sus tropas tenían la misión de limpiar Andalucía de rojos y anarquistas.



-S.P.



(En la foto la bestia fanática y asesina del tal Queipo)

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2 comentarios:

Langosta dijo...

¡Ay, Ay, Ay, qué lástima y qué triste!

...y que bien escrita y descrita esa escena, una pequeña ráfaga en imágenes-palabras de esos tremendos instantes de unas vidas anónimas...

¡Cómo no voy a ser fan de S.P.!

El jardinero dijo...

Durante esta misma guerra, un grupo de soldados que descansaban en las ruinas de un colegio, encontró entre los escombros un tarro que contenía un apéndice, supuestamente humano, en formol. Quitado el tapón, se bebieron el líquido y el correoso pingajo incorrupto se lo dieron a un perro que se había unido a ellos. El animal se lo zampó sin tomarle el gusto siquiera. Al cabo de un rato se puso en pie y tras un par de contracciones regurgitó el trocillo.
Exactamente así siento la necesidad de vomitar el indigerible dolor que la guerra civil causó en tantas familias, entre ellas la mía, por culpa de un enano semicastrado y acomplejado llamado Franco.

Gracias por el comentario, astuta Langosta.