sábado, 1 de agosto de 2009

JEFES Y JEFECILLOS


Cierto que yo no he tenido apenas, y que, de hecho, a la pregunta de las entrevistas “¿Por qué escribe usted?”, a menudo he respondido: “Para no tener jefe y para no madrugar”. Tuve dos en los años en que di clases, uno en Inglaterra y otro en España. Tal vez fue casualidad, pero el inglés (bueno, galés) era un tipo estupendo y eficaz, respetuoso, con sentido del humor y en absoluto autoritario; jamás se metía en lo que no lo concernía y procuraba que su departamento fuera lo mejor posible. El español, en cambio, fue subdirector durante un tiempo en que, por razones burocráticas, no hubo director, luego era él quien lo dirigía todo en la práctica. Bastó con que de pronto se lo nombrara oficialmente director –nada cambiaba de hecho– para que se hinchara, actuara como una madre superiora y se hiciera celoso de sus subordinados, hasta el punto de preferir que su departamento empeorara con tal de que ninguno destacara.




-Javier Marías (en la caricatura)




------------------------------

5 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

El famoso "Principio de Peter":
En toda jerarquía, cualquier empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia.
Lawrence J.Peter.
Por estos lares,se confirma a menudo.
Besos Jardinero

El jardinero dijo...

Como una atenta francotiradora, y además conociendo el paño, has dado en el blanco con celeridad.

Luna Roja dijo...

He tenido muchos jefes y jefas a lo largo de mi vida laboral y solo dos se han ganado mi respeto por su competencia profesional y humana y porque trabajaban codo con codo con los demás y más que muchos. De los demás prefiero no hablar, yo les aplicaría el Principio de Peter. Gracias Isolda, no sabía que esta situación tan frecuente tenia su propio principio.
Besos

Betty dijo...

Mi jefe se llama Ángel, pero no nos engañemos, éste es un “Ángel Exterminador” como el de la película de Buñuel.

El pobrecillo, quiero pensar, tuvo que tener una infancia triste, donde todos los adultos a su alrededor le fallaron o le traicionaron. Supongo que por eso no se fía ni confía en nadie, habla y piensa mal de todos sin excepción y provoca separaciones y desconfianza entre los que le rodean.

Lo más triste e irónico es que muy a menudo, en su cara aniñada y de agradables rasgos, luce una sonrisa preciosa y siempre trata de caerte bien a toda costa.

Tiene, el cabrón, una auténtica cara de ángel… hasta que descubres, no sin dolor, la segunda parte de su auténtico nombre.

El jardinero dijo...

Querida Betty, encomiable tu esfuerzo por entender la cojera mental, la atrofia de sentimientos y la minusvalía emocional de ese miserable. Si alguna vez viene al Jardín lo pondremos a coger higos chumbos en bañador y sin guantes para que flipe un poco, ya sabes.

Hola Lunita, qué relinda que eres.

Gracias por vuestros comentarios.