domingo, 29 de marzo de 2009

DE ÉSTE LIBRO.

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Las relaciones de poder hombre-mujer han variado radicalmente al no depender ella del dinero de él. Es justo que así sea. Lo malo es que, a los hombres, las madres no nos educaron –y temo que tampoco lo están haciendo ahora – para ello.
Digo las madres porque el marido, al final, no pinta nada: quien marca la educación de los niños es la madre. La mamá nos hizo machistas, no el papá (...)

El cambio ha sido bueno y necesario para las mujeres, pero inesperado y desconcertante para los hombres. El hombre nuevo que ha de aparecer está en el capullo (crisálida suena mejor), aún larvado y asustado, mirando a su alrededor y preguntándose por donde salir. Se atisba menos machote y más andrógino: el hombre deviene más feminizado sin volverse más feminista.

(...) El nuevo hombre, para salir de la crisálida, necesita tres cosas: saber vivir solo, hallar nuevos objetivos para gastar su dinero y no culpabilizarse ante los cargos de “inmaduro, irresponsable y mariquita” – con los que los va a etiquetar la sociedad y, por supuesto, su “mamá” superego por negarse a seguir esa dirección convencional que una vez concluida la boda da lugar a la manutención (o conmanutención, pero ya ustedes me entienden) de una familia feliz.







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1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo lo que hagamos tiene interdependencia, verdad? Todo. Depende de nosotros elegir cual es la mejor para nuestra salud mental.
Y aún así, nos damos de bruces.
Besos
y que no pases tanto calor en la estepa ;-)