“¿Qué
andas buscando Samurái? ¿Te has perdido? ¿Acaso el luchar no tiene sentido? Ya
lo veo, ahora lo entiendo. Te han arrancado el corazón. Ese deseo de ser
distinto. De alcanzar y amar. No entiendes a la sociedad y su degenerado
aspecto. Por eso vienes aquí a ver si te escondes. Si logras descansar.
Este no es lugar para tu paz, Samurái. Encontraras
peores batallas. Que podrían destruirte si no estás preparado. Y aun así lo
estés, te sorprenderán. Sí, porque eres joven. De espíritu fuerte y por tanto
débil. Muestras lo que eres aunque pasas la vida escondiéndolo.
No, no soy sabio Samurái. Soy otro perdido como tú.
Quizás he vivido un poco más. Pero soy igual de humano. Cometo errores, tomo
malas decisiones y me caigo, solo para volver a levantarme. ¿Por qué me
levanto? ¿Acaso tenemos otra opción?
Tú que crees haber visto tanto, aun no has visto
nada Samurái. Este es solo el comienzo de una larga aventura, de mucho dolor,
de felicidad, de experiencias y enseñanzas. Por eso te aconsejo, que no guardes
tu espada. Al contrario, mantenla afilada y lista para el combate.
No me pidas más consejo. Solo sigue caminando.
Aléjate de aquí a tu próxima prueba. Deja de esconderte y enfrenta tus
demonios. Y hagas lo que hagas Samurái, después de asegurarte de haber aprendido
y de todo lo pasado...no mires hacia atrás. Nunca mires hacia atrás. Solo hacia
el frente. A lo nuevo, lo inexplorado. A lo que puede alejarte de tu pasado.
Ahora, deja a este viejo en paz y no mires hacia
atrás. Soy un ser perdido en el tiempo. Quien no se atrevió a caminar. Pase la
vida preguntándome, qué hubiera pasado...si tan solo hubiese tenido el valor de
llevar una espada y soportar las heridas que al sanar me hiciesen más fuerte.
Pero eran tantas las probabilidades de fracasar que perdí las ganas de caminar.
Aquí estaba bien; conforme con no hacer nada y atormentado por mí desgracia.
Así que me quede aquí; viendo el tiempo y el
pasado. Imaginando el futuro porque lo veía como una historia en mi mente. Así
era feliz y pase los años. Cuando vine a despertar no era más que un pobre
anciano. No había vivido nada. Solo imaginaba experiencias; palabras que no
dije, momentos que viví de una forma y en la mente las cambiaba por otras.
Quizás este era mi propósito. Encontrarte, que
llegaras aquí a esconderte. Para yo decirte que sigas tu camino. Que busques
por ti, que busques por mí y que busques por ella. Sí, porque veo el amor en
tus ojos. Ella no está a tu lado, pero está cerca. Camina un poco más. Camina
por todos.
No regreses, así sabré que estas bien. Pero de
igual forma me dará curiosidad. Quiero saber cuál fue el destino de este
viajero. Así que regresa un día; aquí estaré. Si me encuentras vivo, cuéntame
tu historia. La imaginaré contigo y sabré que serví para este último propósito
recién encontrado. Si me encuentras muerto, no te de tristeza, porque me retiré
de este peregrinaje llamado vida, a un lugar mejor y eterno. A otro caminar continuo
sin los sufrimientos de esta vida. Allí caminando, Samurái, te esperaré.
No tendrás que usar tu espada, allí habrá paz y
finalmente podrás descansar. Pero por ahora vive, camina, aprende y pelea.
Pelea por lo justo, por lo injusto. Por el amor y la felicidad. Por proteger a
otros antes que a ti mismo. Y pelea por ti, pelea por mí y pelea por ella.
Hasta pronto Samurái. No olvides al viejo que
confundiste con un sabio. Regresa algún día si lo deseas. Pero si no, de igual
manera nos encontraremos. Y allí me contaras tu historia y será mi turno de
mostrarte la mía...“
- Sobre un texto de Suetonius
(Mi agradecimiento más sincero a Ingrid Peeter por
su generosidad)
-----------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario