“Con decenas de miles de muertos, millones
de ciudadanos condenados al paro y una sociedad atenazada por la incertidumbre,
la clase política volvió a darnos una lección inolvidable de su
encanallamiento. Nada les interesa más allá de sus intereses partidarios, nada
les conmueve, nada es capaz de apartarles un ápice de la reyerta y de su
puñetero ombliguismo. Son una vergüenza para este país que les padece sin saber
muy bien qué pecado ha cometido para sufrir esta condena.
En su lugar, los
llamados a debatir sobre cómo proporcionarnos pan se dedican a darnos circo y
peleas en el barro, a fomentar la crispación y el guerracivilismo, a alentar el
odio y a usar a los muertos como arietes en sus disputas. Ni todo el escepticismo
del mundo sirve para combatir la decepción que provocan. Son el virus más
terrible al que nos enfrentamos”.
-Juan Carlos Escudier
en PÚBLICO
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