“Tokai estaba
convencido de que todas las mujeres nacían con una suerte de órgano independiente
especialmente diseñado para mentir. El donde, cómo y qué mentiras cuentan varía
un poco, dependiendo de cada una. Pero en algún momento todas las mujeres han
de mentir, incluso tratándose de temas serios. En los asuntos triviales,
naturalmente, también mienten, pero es que ni en los más serios se plantean no
mentir. Y en esos momentos apenas le cambia el color de la cara o el tono de
voz. Eso se debe a que no son ellas, sino el órgano independiente del que están
provistas, el que obra a su albedrío. Por eso, contar mentiras –salvo unas
pocas excepciones- jamás atormenta sus hermosas conciencias ni altera sus
plácidos sueños”.
-Haruki Murakami / “Hombres
sin mujeres”
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