Lánguidamente, en
brazos de la brisa
llegan los aromas de
casia y pino.
El frío esplendor de
la luna
baña el pórtico del
templo.
En la falda de la
quietud,
sentado está el
ermitaño
que a mundos lejanos
vuela.
Para él, todo sonido
es silencio
y no hay nada más en
absoluto...
sólo un frescor que
todo lo penetra.
Comentario:
Li F'éng nos procura
transmitir de nuevo la dicha de la meditación.
Los seguidores de la
mayor parte de las religiones revisten sus conceptos de lo inefable con
epítetos como brillante, glorioso, llameante, esplendoroso, magnífico; los
taoístas, en cambio, prefieren palabras como fresco, umbrío, misterioso,
escondido, inmenso, silencioso, tranquilo, quieto. Esto es lo que da a los
escritos taoístas su sabor característico. Incluso en los momentos de triunfo y
alborozo, el lenguaje de Li F'éng se contiene.
--------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario