"Atada al mástil, así
está dispuesta a afrontar la tormenta Susana Díaz. Ni el oleaje que llega de
Ferraz ni los cánticos de sirenas de los votantes socialistas que reniegan de
ella la van a hacer abandonar el barco. O al menos esa es su decisión. Porque ha
ganado las elecciones. Las ha ganado encallando un buque que arrastra el óxido
de treinta y seis años de navegación con ella de grumete, de telegrafista y
finalmente de capitana del desastre. Victoriosa, ganadora y embarrancada. Todas
sus maniobras han acabado en naufragio.
Como estratega
política debería llevar el bastón blanco de los ciegos. Disolvió su pacto con
IU alegando una inestabilidad repentina. Había vislumbrado un buen momento
electoral, una corriente favorable que fue justo lo contrario. Ahí comenzó el
derrumbe, la carcoma que ahora la tiene sentada en el borde del precipicio.
Aquel fue el primer revés electoral. Vencedora, sí, pero sin los números que
había soñado. Una mayoría que no llegaba a absoluta y que necesitó semanas de
humillación y angustia antes de obtener el apoyo de Ciudadanos. El aprendizaje
fue escaso. La gran dama del socialismo -o así se veía en ese espejo de
Blancanieves- iba a hacerse con el control del PSOE apoyada por los barones y
el aparato. Ni barones ni aparato. El resurrecto Sánchez la desbancó y la
devolvió a su esplendoroso rincón andaluz. No hubo escarmiento. La estratega
ciega dio la espalda a sus socios de legislatura y convocó unas elecciones que
han dado a su partido los peores resultados de la historia.
Ganadora. «Si hubiera
perdido me habría ido», dijo en la rueda de prensa de anteayer. Habría puesto
su cargo a disposición del partido como ha hecho desde siempre, «incluso cuando
era chica». Quizás ese sea precisamente el problema. Que desde que era chica
está ahí. Y no es que sea malo tener una vocación política temprana. Lo malo es
que esa vocación sea el único recurso de vida, que para arreglar la sociedad se
viva desde «chica» apartada de la sociedad. En esa larga comparecencia en la
que explicó su pasado y su futuro no hubo ni una palabra para la autocrítica.
Todo lo ha hecho bien esta mujer que ha pilotado el PSOE hasta las desastrosas
rocas del 2-D.
Y por eso, por mucho que desde Madrid digan sus jefes que en
Andalucía se ha llegado a un final de ciclo, ella insiste en quedarse, en ser
la solución al problema y no parte del mismo, ser candidata en unas futuras
elecciones. Por eso se presentó de nuevo vestida de bandera andaluza. Verde y
blanca hasta la médula. Todavía convencida, al estilo Luis XIV, de que Andalucía
es ella y de que PSOE y Andalucía están unidos por un cordón umbilical que ni
los señoritos de la derecha ni los ultramontanos de la izquierda podrán romper
nunca. Y ahí está, atada al mástil. Aunque con mástil y todo la pueden montar
en la carreta y sufrir la suerte de la mujer de otro Luis francés. Una tal
María Antonieta".
-Antonio Soler en el
diario SUR de Málaga
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