Alguna vez sorprendió a los sabios de la antigua
China que los melocotones de la longevidad fuesen vendidos a un pobre borracho,
como aquel que en la poesía china es conocido como el señor Cinco Sauces.
¡Borracho alegre, pero delicado, que aguantaba el regüeldo para no molestar a
las peonías del jardín!
-Álvaro Cunqueiro
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