miércoles, 16 de septiembre de 2015

RETRATO DE UN AMIGO


Para nosotros no fue un maestro, a pesar de que nos había enseñado muchas cosas, porque nos dábamos perfecta cuenta de las absurdas y tortuosas complicaciones de pensamiento en que aprisionaba su alma sencilla, y habríamos querido enseñarle algunas cosas, enseñarle a vivir de un modo más tranquilo y respirable, pero nunca hubo manera de enseñarle nada.

(…) Para morir eligió un día cualquiera de aquel tórrido agosto. Había imaginado su muerte en una poesía antigua, de hacía muchos, muchos años:


No será necesario dejar la cama.
Solo el alba entrará en el cuarto vacío.
Bastará la ventana para vestir todas las cosas
con una claridad tranquila, casi una luz.
Una sombra descarnada se posará en el rostro supino.
Los recuerdos serán grumos de sombra
escondidos como viejas brasas
en el hogar. El recuerdo será la llamarada
que aun ayer mordía en los ojos apagados.



- Natalia Ginzburg 






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