domingo, 20 de enero de 2013

MÍRALO ASÍ...



La fidelidad está relacionada con la honestidad, no con los genitales. Fidelidad es honradez, nobleza. Infidelidad es deslealtad, traición, falsedad. Cuando no estamos enamorados, tendemos a la promiscuidad (a relacionarnos con todas las personas que nos gustan especialmente), la practiquemos o no. La capacidad para enamorarnos es lo que nos conduce a la exclusividad, a no desear más que a una persona mientras dura la fascinación, mientras esa persona nos atrae como un potentísimo imán. Esta fascinación es indomable y suele tener fecha de caducidad; no existe la pareja estable, nada es definitivo en el Universo. Enamorarse significa experimentar imprevisibles descargas eléctricas en el sistema nervioso, asociadas a la elaboración de dopamina, feniletilamina... El amor es un cóctel químico que nos altera preparado por los neurotransmisores. Nos hace desear a otra persona (no sólo sexualmente) durante semanas, meses o años, y sentir por ella un afecto profundo (sea o no recíproco el sentimiento); es como un encantamiento.
Aunque muchas personas idealicen la vida en pareja se trata de una opción más (ni mejor ni peor que otras). Estar emparejados no es necesario y lo de “vivieron felices” tan sólo es un final de cuento.



-Consultoría de EL PAÍS





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