Ella, su presencia, su existencia, nos recordaba
sin querer la historia más reciente. Por ejemplo, las grandes matanzas a nivel
global de la última (por ahora) guerra mundial, de donde salió el orden
internacional por el que nos regíamos hasta ahora.
En mi imaginación Ella no se ha rendido a la muerte
hasta no constatar que el botarate informal de Johnson está fuera de juego y no
supone ya un peligro para sus súbditos y para su amada Inglaterra.
Tras su irreparable muerte se ha roto la cadena del
ancla que nos fijaba a una manera de ser y entender el mundo. A partir de ahora
flotamos desnortados donde quiera que el destino y los nerviosos y criminales
bufones que mandan, nos quieran dirigir.
-S.P.
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